El pasado jueves 30 de mayo, La última sesión de Freud fue protagonista del Proyecto Viridiana, con un pase simultáneo en 32 cines y un coloquio con el director, Matt Brown, en el que atendió a las dudas del público y nos permitió escuchar de primera mano cómo ha sido la producción de la película.
Poner el foco en el debate
Brown comenzó destacando su relación personal con la psiquiatría: tanto su padre como la esposa de este son psiquiatras, lo que predisponía su interés de cara a abordar un proyecto como este. Sin embargo, los motivos que le llevaron a decidirse fueron de índole más íntima: sus propias inquietudes acerca de la mortalidad, así como la posibilidad de utilizar a estos dos personajes (maravillosos, según sus propias palabras) para establecer un diálogo entre opiniones enfrentadas y conseguir que sea un intercambio de ideas enriquecedor para todas las partes.
En este sentido, Brown quiso citar a Einstein (“La ciencia sin la religión está coja, la religión sin ciencia está ciega”) para hacer hincapié en el diálogo como base para la película, por encima de dar la razón a cualquiera de las partes. Brown incidió mucho en el hecho de que lo interesante es el intercambio de ideas, destacando que ello era posible gracias a la curiosidad de ambos personajes. Esto fue lo que le llevó a adoptar un papel neutral como realizador, exponiendo los argumentos de ambos personajes con el mismo tratamiento. Él mismo concluyó que no hay respuesta a si Dios existe o no, así que es interesante aceptar que la gente piensa distinto.
También reconoció que su inquietud por hablar acerca de la existencia de Dios procedía de una circunstancia personal, un momento particularmente duro en el que había tenido que enfrentarse a la pérdida de varias personas muy cercanas a él, y le había hecho pensar en este tema. Así, el Freud en el ocaso de su vida que se muestra curioso hacia posturas diferentes compartía la preocupación de Brown sobre la muerte y lo que hay después, si bien desde una perspectiva mucho más crítica.
Algunas impresiones sobre la producción
Si bien el argumento y planteamiento de La última sesión de Freud fue uno de los temas centrales del coloquio, Matt Brown también ofreció algunas claves sobre la producción de la película.
Así, destacó el trabajo de Mark St. Germain, autor de la obra de teatro original, como guionista de la película, y su labor adaptando un texto teatral al medio cinematográfico. Brown reconoce que el planteamiento de la película, con el uso de flashbacks para aportar acción a pasajes que en la obra original simplemente se relataban, proviene directamente de St. Germain, que se amolda al lenguaje del cine para exprimir al máximo las posibilidades de esta historia por lo demás intimista.
A la hora de llevar a cabo la producción, Brown destaca que el equipo mantuvo un estrecho contacto con la Casa Museo Freud en Londres, especialmente para reflejar con la mayor fidelidad posible el estudio del psicoanalista. Esta Casa Museo, que se ubica en el 20 de Maresfield Gardens en Hampstead, fue la casa familiar de los Freud hasta la muerte de Anna en 1982, cuando comenzó el proyecto de la casa-museo. En cualquier caso, Anna Freud conservó el despacho de su padre tal como este lo dejó, manteniendo su biblioteca personal con sus libros de cabecera y el elemento más icónico del estudio, el diván en el que se reclinaban los pacientes. Este diván había sido traído por la familia desde Viena en su traslado a Londres en 1938, huyendo del nazismo.
Además de la Casa Museo de Freud, Brown y su equipo buscaron también asesoramiento sobre el enfoque psiquiátrico de la película. Así, buscaron apoyo en las asociaciones de psicoanalistas de Estados Unidos, que dieron su beneplácito a la manera en que se presentaba el psicoanálisis en la película. Brown también recuerda las charlas con su padre sobre el tema, para encontrar el enfoque adecuado.
Otro punto muy importante para Brown es el apoyo de los actores, particularmente de los dos protagonistas. De Matthew Goode, destaca su generosidad y su habilidad para dar la réplica interpretativa a una figura de la talla de Anthony Hopkins. Destacaba, en este sentido, la dificultad de compartir protagonismo con un actor veterano y tan experimentado.
Trabajar con Anthony Hopkins
Brown extendió sus elogios también a Anthony Hopkins, de quien agradeció en primer lugar su implicación con el proyecto, dejando entrever cierta sorpresa cuando aceptó el papel. Desde ese primer momento, Hopkins se mostró cercano y entusiasta.
Brown explicó cómo empezaron a trabajar en La última sesión de Freud con un año de antelación, en el que Hopkins realizó un trabajo de inmersión increíble, un esfuerzo tremendo a sus 85 años. Hopkins memorizaba unas seis páginas de guion al día, que luego interpretaba sin apoyos ante la cámara.
Hopkins no solamente aportó su labor interpretativa ejecutada con brillantez, sino que también cedió una composición musical propia, que sirve de cierre a la película. En este sentido, Brown dejó entrever su admiración por la capacidad creativa de Hopkins, de quien también elogió su desconocida faceta como pintor.
Una película pertinente
Otro de los puntos centrales del coloquio fue cómo los temas y enfoque planteados por Brown para la película no se limitan a presentar un trasfondo histórico, sino que son igualmente elocuentes hablando del presente y de la sociedad actual que recibe la película.
Así, Brown reflexionó sobre la secuencia inicial de la película, en la que aparece Hitler pronunciando un discurso. Mencionó que esta secuencia estaba planeada desde el primer momento, para subrayar cómo la gente no escucha a los líderes políticos aunque estos expresen sus intenciones claramente, y esto lleva a situaciones como el auge del nazismo o el momento presente, marcado por guerras y líderes a cuyas palabras no se presta atención. En cierto modo, la intención de esta secuencia y de algunos temas planteados en la película supone una reacción a lo aterrador de la situación presente, la esperanza de Brown de que a través de la comunicación puedan evitarse los errores del pasado.
Por otro lado, Brown también quiso dar un mayor peso a los personajes femeninos, especialmente a la figura de Anna Freud, para contrarrestar la perspectiva masculina de un debate focalizado entre Freud y Lewis. La presencia de estas mujeres, sobre todo de Anna, ponen de relevancia las imperfecciones de los hombres protagonistas, contribuyendo a darles también una apariencia más humana. Pero también por ellas mismas, para Brown era muy importante homenajear también a Anna Freud y reconocer sus aportaciones a la psiquiatría infantil, tratando de dar algo de luz a un personaje permanentemente a la sombra de su padre.
La última sesión de Freud, dirigida por Matt Brown y protagonizada por Matthew Goode y por el ganador de un Oscar Anthony Hopkins, llegará a los cines este viernes, 7 de junio, de la mano de SelectaVisión.