TERRIFIER 3: la figura del payaso malvado en la cultura popular

La espera hasta el estreno de Terrifier 3 nos tiene en un sinvivir. El rodaje ha finalizado, se han dado a conocer las primeras imágenes, la película se encuentra en postproducción y Damien Leone ha pasado un verano complicado, montando la película y añadiendo efectos especiales intentando que no se le revolviera el estómago.

También hemos tenido oportunidad de analizar cómo se ha construido la imagen de Art el payaso sobre los distintos tipos de payaso, sus orígenes y sus rasgos distintivos tradicionales.

Pero, ¿en qué momento se produjo el cambio en la percepción social? ¿Cuándo y cómo los payasos dejaron de llenar de sonrisas los corazones infantiles para convertirse en criaturas de pesadilla?

El payaso, una figura popular

Durante el siglo XIX y las primeras décadas del XX los payasos adquirieron gran popularidad, sobre todo vinculados al ámbito circense, ya que eran una clase de ocio al alcance de poblaciones y comunidades aisladas.

Así, su presencia habitual en el ocio hizo que pronto la figura del payaso trasvasase también a otros ámbitos, como la literatura, el teatro o, más adelante, el cine y el cómic. Pero en este salto se incorporó también un componente de ficción y narrativa, lo que daría una nueva dimensión al payaso como arquetipo.

En este sentido, sería fundamental el papel de Charles Chaplin, que introdujo el clown como forma de expresión cinematográfica. Pero también contribuirían a la popularización de los payasos otras obras, como la ópera Pagliacci de Ruggero Leoncavallo (1892) o, varias décadas después, el personaje del Joker desde los primeros tebeos de Batman.

A mediados de siglo, la figura del payaso alcanzó un cénit de popularidad, llegando a configurar una de las imágenes más icónicas de Estados Unidos. En 1963, la conocida cadena de hamburgueserías McDonald’s presentaba oficialmente a su mascota, Roland McDonald, que a su vez se inspiraba en el televisivo Bozo, El payaso más famoso del mundo. En Latinoamérica primero, y poco después en España, algunos miembros de la familia Aragón se convirtieron en los payasos más famosos de la tele.

Tintes oscuros

Como pasa con prácticamente todo, en el momento en el que la figura del payaso comenzó a definirse y extenderse, también empezó a utilizarse en otros ámbitos de la ficción que no eran exactamente payasiles. Así, a mediados del siglo XIX encontramos el relato de Edgar Allan Poe, Hop-Frog o los ocho orangutanes encadenados, donde un protopayaso enano, a medio camino entre el cómico circense y el freak de feria, se cobraba venganza por los desprecios recibidos en su vida como bufón.

En esta misma línea, también se desarrolló una narrativa oscura vinculada al ámbito circense. El estilo de vida de estas compañías itinerantes fue el escenario perfecto para plantear algunos de los dramas humanos más significativos de los primeros años del cine: Garras humanas (The Unknown, 1927) y La parada de los monstruos (Freaks, 1932), ambas de Tod Browning, en las que retrataba las (no pocas) miserias de los artistas circenses.

Los años setenta y el payaso de terror

Si bien hasta mediados del siglo XX la asociación payaso – maldad no era sino un experimento narrativo que aparecía de manera puntual y respondiendo a usos concretos, sería en los años setenta cuando el arquetipo de payaso malvado terminase de establecerse, de la mano de uno de los sucesos más oscuros de la crónica negra estadounidense.

En 1978, saltó el escándalo cuando John Wayne Gacy fue detenido, acusado de asesinar a más de treinta jóvenes de entre 15 y 25 años, después de someterlos a torturas y abusos sexuales, y enterrarlos en el sótano de su casa. Si ya de por sí el caso resultaba ser escalofriante, las indagaciones sobre la vida de Gacy lo convirtieron en un fenómeno mediático. Por un lado, por su marcado compromiso político en el Partido Demócrata, por otro lado, porque una de las aficiones de Gacy era actuar como payaso en hospitales infantiles y eventos benéficos. Si esto ya era un poderoso estímulo para llenar titulares sobre el “killer clown”, el hecho de que Gacy atrapase a sus víctimas esposándolas para realizarles un truco de magia consolidó en el imaginario colectivo a un asesino con un histriónico disfraz y un colorido maquillaje, y el payaso asesino estaba listo para causar pesadillas.

De la ficción a la realidad y de vuelta a la ficción

El juicio de Gacy finalizó en 1980, y tras apenas un par de horas de deliberación del jurado, fue condenado a múltiples cadenas perpetuas y penas de muerte, que tardarían en ejecutarse 14 años. En la cárcel se dedicó a pintar y se convirtió en una suerte de celebrity del crimen.

Ese mismo año en el que Gacy recibía su sentencia, un joven escritor comenzó a esbozar una novela que se convertiría en icónica cuando se publicase, seis años después. El escritor se llamaba Stephen King, y la novela, It. El relato hablaba de una criatura sobrenatural que adoptaba la forma de un payaso para manifestarse en la época concreta en la que se ambientaba la novela. Cuatro años después de su publicación, en 1990 se realizó una adaptación televisiva, en formato miniserie, donde Tim Curry encarnaba a Pennywise y construyendo su propia iconografía, que lo alejaba de los referentes originales (Bozo-Roland McDonald).

Los ochenta, una época dorada para los payasos diabólicos

Aunque It es el artefacto cultural más destacado, no es el único que en la década de los ochenta tomó al payaso como fuente de terror. Así, en Poltergeist (1982), un muñeco de payaso poseído ataca al niño de la familia. En 1988 se estrenó Killer Klowns from Outer Space, un auténtico clásico de la serie B que mostraba una invasión alienigena a la Tierra, en la que los extraterrestres tenían aspecto de payasos.

Ese mismo año, en la revista humorística National Lampoon hizo su primera aparición Frenchy the Clown, escrito por Nick Bakay (voz original de Salem en Sabrina, cosas de brujas) y dibujado por Alan Kupperberg. Frenchy protagonizaba la sección Evil Clown Comics, y era la respuesta a un proyecto que Kupperberg había realizado para Marvel, consistente en un one shot titulado Obnoxio the Clown. Obnoxio abría una nueva vía en la representación payasil, intermedia entre la realidad y el payaso de pesadilla: la impersonación de un actor decadente, rudo y hastiado, un camino que recorrerían posteriormente personajes como Krusty el payaso, de Los Simpson o el protagonista de la comedia negra Shakes the Clown (1991).

A finales de la década, vería la luz otra película que volvía al traer la imagen del payaso diabólico al terror más puro, Clownhouse, dirigido por Víctor Salva (Jeepers creepers, 2001) con el respaldo de Francis Ford Coppola, uno de los últimos slasher de la década de los ochenta antes de un periodo de agotamiento del género (que se ha visto superado en los últimos años).

La tradición se mantiene

Desde entonces, el payaso malvado ha sido un elemento recurrente para la elaboración de todo tipo de ficciones. En los noventa, por ejemplo, fue célebre el gimmick de Doink the Clown, encarnado principalmente por el luchador Matt Osborne en la WWF, uno de los fenómenos audiovisuales con narrativas más potentes de las últimas décadas.

En los primeros años del siglo XXI, el payaso diabólico tenía su reducto principal en la serie B, con películas como la saga Killjoy. No obstante, la tendencia existente en los últimos años de reivindicación y regeneración del terror en general y de determinados subgéneros como el slasher, ha favorecido que este arquetipo se recupere y viva una nueva vida.

Uno de los personajes que inauguran esta nueva etapa es Twisty, el payaso que aparecía en la cuarta temporada de American Horror Story, denominada Freak Show y con inspiración en algunas de las obras mencionadas anteriormente. AHS: Freak Show se emitió entre 2014 y 2015.

Como referencia, la primera aparición de Art el payaso como un personaje plenamente definido (más allá de algunas apariciones anecdóticas en cortometrajes) tuvo lugar en All Hallow’s Eve, de 2013, el debut como director de Damien Leone.

Así, Leone ha recogido una larga tradición de representaciones que culminan en la trilogía Terrifier y confirman a Art el payaso como un nuevo icono terrorífico. Su imagen ha quedado ya consolidada a mediante las dos películas anteriores, lo cual permite jugar con el arquetipo y mezclarlo con otros, poniéndole por ejemplo un disfraz de Papá Noel.

La Navidad llega antes este año con Terrifier 3, en cines españoles el 31 de octubre.

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